Si trabajo mucho y gano poco, quiero aprender a sonreír. Si hoy es lunes, también. Si me encanta caminar (con el sentido íntegro que tiene la palabra “encantar”: deleitarse mezclando vida e irrealidad), pero de todos modos, no me queda más remedio que utilizar el tren, pues entonces, ciertamente debo aprender a sonreír. Yo lo sospechaba: sonreír era parte de esa salud emocional que nos nutre también la corriente sanguínea de nuestras vidas. Juan Carlos Torres demuestra, con sencilla exquisitez, con libertad humilde y con su corazón tranquilo, pero abierto, que no solo hace falta reír, sino ser libre, en el sentido en que más se compromete esa transparente libertad. No como artista gráfico, sino como cantante cotidiano aparece ante nosotros esta vez. Con la voz menos dura que Andrea Bocelli, pero mucho más pura que la mía. ¿Por qué en inglés? ¿Por qué, nada menos, que “Three Little Birds”, que era lo que yo cantaba cuando joven? Obviamente, el género y el autor (reg
Vigilia callada bajo sueño apalabrado.