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Mostrando entradas de mayo, 2011

Ciencia

Esos como yo que pierden tiempo viendo noticieros televisivos (inferiores por mucho a los radiales) habrán oído lo siguiente: “Estudios científicos realizados en Londres evidencian que reír es beneficioso para la salud, puesto que retarda la acumulación de toxinas asociadas con el envejecimiento…” La ciencia también ha probado (pero no con la lengua) que tanto el sexo, como el vino dosificado y el ejercicio son beneficiosos para el cuerpo (aunque no sabemos si para el alma). Yo pregunto: ¿Por qué se le reconoce a la ciencia ese tipo de corroboración actual de lo que todo humano sabe desde (casi) siempre, y no se le reconoce al Arte? O sea: ¿por qué se le hace más caso a la ciencia que a ésta? El hecho de que los filósofos no hayan alcanzado nunca el prestigio del científico (a los ojos del pueblo), en los últimos doscientos años, y el hecho de que para ese mismo pueblo, el escritor hoy día sea poco menos que un bufón, acaso tuvieron su explicación social. Pero hoy deben procurar perder

El bien, la esperanza y el mal

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Alei

Marcha del Pueblo en contra del Gasoducto

Lunes, después del domingo primero de mayo. Adjuntas, Puerto Rico Hoy solo se puede hablar de una cosa, y no es de Osama. Porque fueron miles, como en la cifra de Aureliano Buendía. Solo que su cifra era una nómina de muertos, y la mía, una de vivos. Eso sí, amenazados de muerte por el gasoducto. ¿“Muerte”? Morirán los árboles y las quebradas. Solo alguien que no los entienda, a sus hermanos vegetales, puede hablar de gasoducto. “Vía verde” “No te dejes llevar por lo que unos pocos dicen; apoya el gasoducto”, escuché esta mañana en la prensa radial. ¿La voz que dictaba la orden?: la de una zorra. La de una zorra equivocada, porque eran miles ayer. Eso significa: viejos, chamacos, jóvenes, adultos, maduros y maduras y verdes. Pero no los que se pintan de “vía verde”. Se trata de la clorofila. Y de mis suegros, que estuvieron allí; y de Luis Gutiérrez, que no se queda en los blichers del Congreso (como Tomy), y que estuvo allí; y de Don Alexis Massol, nuestro único Nobel (en Ecología), q