Me llama la atención lo rápido que el tema literario escuece el alma del comprometido con el tema. Basta mencionar un nombre, El capitán Veneno, digamos, y adjuntarle una postura, novela genialísima, por ejemplo, para ver resugir en dicha alma las más apasionadas reacciones: que si cómo se me ocurre, que si tan pésimo novelista…
Y a mí se me ocurre pensar que va a suceder lo contrario, si planteo lo contrario: “vaya novela este panfleto”, digamos, para que el alma susodicha riposte: pero cómo se te ocurre, una de las más amenas, grandísimo prosista este Don Pedro.
Y a mí no me queda otra que hacer la prueba, cosa que no voy a hacer por supuesto, porque a pesar de los pesares esa alma del comprometido es de las pocas que quedan ahí afuera para debatir.
Por todo lo cual me *ago y no me *ago en el papel.
Y a mí se me ocurre pensar que va a suceder lo contrario, si planteo lo contrario: “vaya novela este panfleto”, digamos, para que el alma susodicha riposte: pero cómo se te ocurre, una de las más amenas, grandísimo prosista este Don Pedro.
Y a mí no me queda otra que hacer la prueba, cosa que no voy a hacer por supuesto, porque a pesar de los pesares esa alma del comprometido es de las pocas que quedan ahí afuera para debatir.
Por todo lo cual me *ago y no me *ago en el papel.
Comentarios