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Las manos de mi (turbia) escritura

Enfocadas a través de un microscopio, reveladas por completo en su parcela (-celita) de tiempo, descubro que mis manos me abandonan, y se confunden inquietas entre los pliegos. Entre los pliegos de cualquier cosa. (Por favor, no se les ocurra preguntarme: “¿Cualquier cosa?”, ahora que estoy recitando-escribiendo-leyendo. Por favor. Por favor.)

¡Yo que estaba interesado en exprimirles el secreto de escribir, y utilizarlas, por supuesto, en descriptivo-detrimento de la gente! ¡Y ahora descubro que las muy calamarosas trafican, saludan, te, me, le, se masturban, abofetean y hurgan, por su cuenta!

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