Esta cinta de Campanella puede y debe interpretarse a partir de varios niveles de significación. Una interpretación literal (como la de J. Rodríguez Chico en LaButaca.Net: revista de cine online) no solo revelaría una anacronía de siglos (¿quién que es moderno lee las cosas literalmente?), sino que exigiría del filme la superación de unas técnicas para las que evidentemente sí estuvo pensado. Y es que El secreto de sus ojos es una película “clásica” en su formato: detective A (o “funcionario judicial”) en busca de sagaz asesino B, asistido por compañero escudero C; mirada en retrospectiva (“flashback”); polarización de la búsqueda (de un lado los “buenos”, Espósito y Sandoval, asistidos por Irene; del otro Gómez, asistido por… ¡ah! ¡¿cómo se llamaba aquél?!); e incluso los recursos del “doble”, del “alter ego” y del “espejo” se funden en la figura de Ricardo Morales, a quien Espósito considera la personificación del enamorado incondicional, identificándose de inmediato con el mismo ya