Eyra Agüero tuvo de nacimiento el enorme regalo de una
patria dual. Puerto Rico la vio nacer, pero la República Dominicana le donó la sangre
de sus padres. Así, hija de inmigrantes, tuvo en Puerto Rico su cuna, en Santo Domingo su familia extendida, y en
el resto de Latinoamérica, una inconmensurable patria que lo mismo le contaba
tradiciones folklóricas en español, que le cantaba nanas en portugués-brasileño.
Entre contar y cantar trabaja Eyra, haciendo de la
risa un arte (el reconfortante arte de la amabilidad), y de la voz una
herramienta, o mejor, un disfraz, un elegante disfraz tras el cual esconderse,
dejando solo al descubierto la hilaridad o el dramatismo de los personajes
cómicos o trágicos que le toque interpretar.
Pero antes de hablar de la actriz que hizo el número 5
en la lista de las 10 comediantes femeninas más queridas por el público
puertorriqueño, según ha reseñado el periódico Primera Hora hace exactamente dos meses y nueve días (jueves 16 de
abril), antes de hablar de la Eyra actriz, habría que insistir en esa patria
gigante en la que vive, y que la ha hecho viajar por Nuestra América en una
trayectoria educativa que incluye cursos teatrales en México, Ecuador y Brasil,
donde de paso practicó el portugués con tanta nitidez que personalmente yo
cambiaría todos los saludos que me ha hecho en español por uno de aquellos muito brigado que se les escapan cada
vez que habla de los brasileños.
El espacio de las aulas se le hacía pequeño a Eyra y
por eso recorrió Latinoamérica, de taller en taller y curso a curso, hasta
consolidar una carrera actoral que comenzó cuando adolescente, en la escuela
especializada en teatro José Julián Acosta, ubicada en el Viejo San Juan (acá,
en este lado del Caribe). Luego de un bachillerato en artes teatrales por la
Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, ha viajado también a Europa, pero al
parecer, solo en calidad de turista, si es que nos dejamos llevar por un
recorrido con ella por las páginas de Facebook. En Latinoamérica, en cambio, ha
sabido combinar el disfrute del viajante con el trabajo, las horas de estudio y
la disciplina del decidido estudioso de su eventual práctica profesional.
Estudio, sí. Y talento. Es decir: nada de suerte. Y
nada de esas terribles herramientas, así llamadas también popularmente: las
palas. Si en el año 2011 Eyra compartió labores con Silverio Pérez es
porque él necesitaba alguien laboriosa como ella, que no solo sabía interpretar
sus personajes, sino trabajar en torno a ellos, en el complicado espacio del
terreno actoral, que incluye la puesta en escena, tanto como la minuciosa
producción tras bastidores.
Para el 2011, Eyra no solo actuaba, sino que llevaba
una larga carrera profesional trabajando con productores de cine (tanto locales
como internacionales), ejerciendo el oficio de vestuarista, seleccionando
talentos posibles mediante sus labores en el casting, o siendo ella misma la productora de algún cortometraje o
video musical, entre los que se incluyen los de Tego Calderón y Velcro.
Ese feliz año de 2011, Eyra conoció a uno de los
paladines de la comedia puertorriqueña de las últimas décadas: Emanuel Sunshine Logroño, quien de inmediato
aceptó incluirla como parte de su equipo de comediantes, y con quien Eyra
trabaja todavía en uno de los más prestigiosos canales de nuestra televisión
nacional. A este punto sería bueno comentar lo WAPA que es nuestra amiga, pero
detalles como estos se hacen obvios (por eso mejor aprovechar para saludar de paso
al Sr. Beto Torres, su prometido, director de la banda musical La Quilombera).
También me gustaría hablar de una gran amiga de
nuestra actriz, la señorita Miguelina de la Altagracia Feliz Segura, quien tuvo
la determinación de viajar desde la región de El Cibao, en la República
Dominicana, hasta nuestra tierra borincana, en busca de las mismas
oportunidades de superación que ha tenido Eyra Agüero. Miguelina me recuerda a
una empleada doméstica que me hacía reír cuando yo era un muchachito y veía un
programa que, de hecho, tuvo una duración más larga que la de mi ya lejana
adolescencia: Entrando por la cocina,
con Víctor Alicea, Luisito Vigoreaux y por supuesto, Yazmín Mejías, Altagracia, la novia de Tato el gruero,
el que se ponía carne extra crispy, cuando yo era jovencito, repito, y no había
protagonizado todavía Titanic.
Gracias por el humor, querida amiga, el increíble
humor que tanto se nos escapa cuando entramos en tensión y tropezamos contra la
violencia, quebrándonos de paso el alma. El humor es un intento justo por hacer
las paces con esta vida, que nos quita y nos da sin avisarnos nunca a tiempo. Gracias
por hacernos reír sin exigencias. Y por supuesto, gracias por tu ejemplo,
sinónimo (para mí) de trabajo incansable.
Son muchas las preguntas que quisiera hacerte, entre
ellas: cuánto más importante te ha sido el portugués que el inglés en tu
carrera, pero estando aquí presente, me limito a reiterarte mi admiración y
pedirte que seas tú la que nos cuentes…
(Leído el jueves 16 de abril de 2015 en Dewey University, recinto de Hato Rey, con motivo de la charla "Del habla popular al habla culta" ofrecida por Agüero.)
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