El domingo 14 de junio de 2020, a raíz de la
burla malsonante y anacrónica que nos ofreciera a los espectadores el chismoso
Antulio Santarrosa, la licenciada Ana Irma Rivera Lassén hizo unas
expresiones vía Facebook muy
reveladoras para mí, que vivo escandalizado con el uso impertinente (anticientífico)
del llamado lenguaje inclusivo (¿el que no lo utiliza no lo es?).
La licenciada, candidata al Senado por el Movimiento
Victoria Ciudadana, se refirió a “las”, “los” y “les” cuales la estaban viendo
en aquel momento. Ese simple gesto: apelar a “las”, “los” y “les” me parece tan
elocuente, esclarecedor y palmario, que creo que cualquier otra consideración al
respecto verdaderamente huelga.
Así pues, no se trata de utilizar un único género
artificial y caprichoso con el cual englobar a varones, hembras y demás compañía
(¿se debe decir solamente “les belles ciudadanes”?; ¿en serio?), sino de añadirle
a los dos géneros naturales de nuestro idioma una tercera variación puntual,
deliberada y elegante con la cual zanjar el asunto (“las bellas ciudadanas”, “los
bellos ciudadanos” y “les bellles ciudadanes”) sin tener que violentar ese código
maravilloso e invisible llamado lengua natural.
Espero, pues, que esta breve nota haya sido
del agradado de ustedes, que siendo 30 personas o 10 mil, para mí equivaldrán siempre
a “todos”.
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