No se me ha ido para nada el revolver. Late como una sugerencia en mi mente. Suena como una posibilidad en mi pecho. Habla como una sutil denuncia en mi garganta. Y me duele. Me duele no poder. Me duele no poder dispararlo. Contra los que ya claudicaron al pararse. Contra el que se puso de pie siempre despues. Contra Estados Unidos. Que nos humilla relegandonos como mascota en el patio de atras. Contra nosotros. Que decimos siempre "si" con la espalda. Contra toda la gente. Como una nube o una roca, Luis Cernuda. Contra toda la gente, yo solo quiero vivir.
Eyra Agüero tuvo de nacimiento el enorme regalo de una patria dual. Puerto Rico la vio nacer, pero la República Dominicana le donó la sangre de sus padres. Así, hija de inmigrantes, tuvo en Puerto Rico su cuna, en Santo Domingo su familia extendida, y en el resto de Latinoamérica, una inconmensurable patria que lo mismo le contaba tradiciones folklóricas en español, que le cantaba nanas en portugués-brasileño. Entre contar y cantar trabaja Eyra, haciendo de la risa un arte (el reconfortante arte de la amabilidad), y de la voz una herramienta, o mejor, un disfraz, un elegante disfraz tras el cual esconderse, dejando solo al descubierto la hilaridad o el dramatismo de los personajes cómicos o trágicos que le toque interpretar. Pero antes de hablar de la actriz que hizo el número 5 en la lista de las 10 comediantes femeninas más queridas por el público puertorriqueño, según ha reseñado el periódico Primera Hora hace exactamente dos meses y nueve días (jueves 16 de abril
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