Se busca asesino responsable: Así como pedimos al asesino que justifique al menos su disparo, le exigimos al violador una mujer sin decoro. Sea niña, jovencita o vieja, debe parecerse cuando menos a Lolita (esta vez rusa); y el intruso que ha penetrado en su cuerpo como un diablo debe mostrar que antes no quiso ser violento, pero, wao, no le queda otro remedio.
Morir siendo bueno es la misma fetidez. “Era una persona súper buena gente”, dicen los que se lamentan, hablando del muerto, por supuesto. ¡Pero si la verdadera tragedia está en la sangre del que mata! Hay una frase insuperable de Paz: “Nuestra muerte ilumina nuestra vida. Si nuestra muerte carece de sentido, tampoco lo tuvo nuestra vida.”
Ayer murió el paramédico Roberto Brana a manos de un ex policía que pensaba que estaba siendo víctima de un carjacking. Brana pensaba que él era la víctima del robo. Ayer, Paola Rodríguez asfixió a su recién nacido en la bañera de su hogar, donde lo alumbró. Dias antes murieron dos infantes acuchillados por su madre. ¿“Eran dos niños súper buena gente”, diremos?
¿Y qué de esas personas que no lo fueron, pero que también fueron violadas, robadas, asesinadas? Dése cuenta de que entonces aparecen otras sentencias: “Él se lo buscó”, “¿Quién lo manda?”, “Eso es pa’ que siguiera” entre las más concesivas de ellas. Ya cuando afirmamos que era “bueno que le pase” pronunciamos la cosa con el mismo hálito hediondo del criminal peligroso, frecuente y casi casi decente, nada menos…
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