(También titulada: " Vagalabra ") La última entrada presentada en este blog ("British obituary"; editada ayer levemente) es más bien el punto de partida para analizar, como tertulia o debate, una disyuntiva que, no por ser trivial e inconsecuente, parece dejar de portar significados rotundos asociados al quehacer escritural de nuestros días. He * nos aquí ante Fortuna o Fama. Solamente en el ámbito del arte, al parecer, se unen de manera tan arraigada las dos; al punto de que es casi inconcebible pensar que se puede tener una sin la otra. Pero yo no soy ni rico ni famoso, así que: ¿con que moral hablar del tema? En todo caso, sería bueno hacer una breve recapitulación histórica (y literaria) que pudiéramos ubicar en “El conde Lucanor”, el cual fue escrito hacia 1330 para, entre otros importantes propósitos, dejar constancia de la sabiduría de su autor, quien, a diferencia de los escritores orientales en que basó muchos de sus “enxiemplos”, quiso que su nombre