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Las alfombras

Yo tuve un amigo. Le decia Max Bueno, aunque todos lo llamaban licenciado Uriel. Fuimos amigos paulatinamente, de ruta hacia la hermandad, hasta el dia nefasto en que me confeso su enorme aficion por las alfombras. Max no queria venderlas ni catalogarlas, sino simplemente almacenarlas en su casa de tablas y cinc. Por entonces, yo temia al contagio de las ideas y opte, traicioneramente, por abandonarlo.

Tiempo despues, de vuelta a la tierra de mi origen, pude preguntarme nuevamente por Max Bueno. Que seria de el y de su vida? Me acerque a su casa para verlo. Pero temiendo un mal trato de su parte, trato que sin duda yo merecia, solo quise asomarme por la ventana, a ver si alguien dentro habia que aun vivia. Y en efecto, si, alguien habia. Una extrana mujer que a solas se sonreia, mientras, con un grueso hilo, remendaba un tapiz, un viejo tapiz que entre sus manos se le deshacia...

Comentarios

Jorge Luis Rodriguez Ruiz: ha dicho que…
Nadie quiere comentarlo!!!! Si les parece raro, amigos, tal vez sea por la fuente de inspiracion: los cuentos clasicos medio-orientales.
En Ciudad Seva hay una muestra genial.......

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