Fortuño fue acogido en el corazón, y en noviembre le dimos el sí. “Sí, acepto.” Desde entonces no ha hecho sino pedir, como un Gran Padre. Nos ha enseñado a desdeñar la siembra: las chinas y los huevos deben llegarnos de allá afuera porque, como gran lector de Díaz Alfaro, sabe que todo allá es más grande.
Si ese allá estuviera acá, nos daríamos cuenta de lo poco que los gringos se parecen a nosotros. No importa. Eso lo sabe Papá. Y lo que necesitamos es tiempo para imitarlos. Siempre imitarlos, sin llegar a igualar el original. Los Estados Unidos siempre estarán por delante de nosotros hasta el fin de los tiempos, y la única manera de sentirnos dignos ante ellos es aceptarlos, darles el sí.
Ya no nos importa Cuba. Ya no nos importa Jamaica. Ya no nos importa Aruba, Trinidad, Martinica, las Bahamas. Qué nos importan a nosotros nuestros vecinos. Allá ellos si no saben pedir. Allá ellos si no tuvieron la suerte de haber sido invadidos y usurpados y enseñados a pedir.
En lo que hacemos la fila para ser estado, vuelan los argentinos y uruguayos sobre nosotros, rumbo a los avances de París.
Si ese allá estuviera acá, nos daríamos cuenta de lo poco que los gringos se parecen a nosotros. No importa. Eso lo sabe Papá. Y lo que necesitamos es tiempo para imitarlos. Siempre imitarlos, sin llegar a igualar el original. Los Estados Unidos siempre estarán por delante de nosotros hasta el fin de los tiempos, y la única manera de sentirnos dignos ante ellos es aceptarlos, darles el sí.
Ya no nos importa Cuba. Ya no nos importa Jamaica. Ya no nos importa Aruba, Trinidad, Martinica, las Bahamas. Qué nos importan a nosotros nuestros vecinos. Allá ellos si no saben pedir. Allá ellos si no tuvieron la suerte de haber sido invadidos y usurpados y enseñados a pedir.
En lo que hacemos la fila para ser estado, vuelan los argentinos y uruguayos sobre nosotros, rumbo a los avances de París.
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