La última vez que leí El Quijote (...) abrí el clásico y ya no estaba Don Quijote en la venta, sino sola y olorosa a fresco estiércol, Dulcinea. Intenté repasar la onomástica de mujeres, hermosas casi todas, que atraviesan el Libro de Libros, pero otras obras, como siempre, se disputaron mi tiempo…
Me pregunto si estarán esas damas allí cuando regrese.
Me pregunto si estarán esas damas allí cuando regrese.
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