Otra vez la metáfora del hormiguero para hablar del punto (El Nuevo Día, 12 de enero de 2010.)Otra vez el punto. Otra vez esa pugna dentro de mí, entre decir: “Wau, qué linda es la vida”; o exclamar “¡Santa Duda, pero qué es esto!” Criminales hay muchos, pero si hay que establecer un “perfil” creo que es el del hombre joven y “común” que está decidido a sumergirse con violencia en la corriente de la cotidianidad. Es decir: no se trata de rebeldes que intentan imponer un estilo de vida alterno; o al menos, maneras y gustos alternos, como por ejemplo, el modo de vestir (como creo que hacían los “pachucos”). Se trata, a mi entender, de pobres diablos que optan por la criminalidad como medio fácil para conseguir unos bienes a los que el resto de la ciudadanía aspira y persigue por vía de la civilidad. Como ven, de aquí excluyo a los verdaderos maestros del crimen organizado y me centro en esos pillejos de a pie que roban autos, matan al vecino para desahogar su ira interna y acaso violan a