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Una pizza extra grande para robar

Otra vez la metáfora del hormiguero para hablar del punto (El Nuevo Día, 12 de enero de 2010.)Otra vez el punto. Otra vez esa pugna dentro de mí, entre decir: “Wau, qué linda es la vida”; o exclamar “¡Santa Duda, pero qué es esto!”

Criminales hay muchos, pero si hay que establecer un “perfil” creo que es el del hombre joven y “común” que está decidido a sumergirse con violencia en la corriente de la cotidianidad. Es decir: no se trata de rebeldes que intentan imponer un estilo de vida alterno; o al menos, maneras y gustos alternos, como por ejemplo, el modo de vestir (como creo que hacían los “pachucos”). Se trata, a mi entender, de pobres diablos que optan por la criminalidad como medio fácil para conseguir unos bienes a los que el resto de la ciudadanía aspira y persigue por vía de la civilidad.

Como ven, de aquí excluyo a los verdaderos maestros del crimen organizado y me centro en esos pillejos de a pie que roban autos, matan al vecino para desahogar su ira interna y acaso violan a la muchacha a la que por ningun medio hubieran podido enamorar. El violador, el ladrón y el matón son hoy ciudadanos comunes, que almuerzan con nosotros en las cafeterías y restaurantes; y que, a diferencia nuestra, sienten un desprecio inmenso por lo que son, por la vacuidad de sus vidas y, como consecuencia, por la vida de los demás, a la que ni conocen ni interrogan. Los otros son una carga más pesada que sus propias conciencias, y hay que estar pendiente de la gran hora en que se les pueda eliminar. Ese será el momento de esplendor de estos tipejos: el día en que puedan humillar ostentosamente a alguien en particular que nos represente a todos en general.

Después vendrán la condena y la cárcel, en la que nada aprenderán. La amargura para la víctima o su familia; y el despecho y la desazón para los familiares del verdugo. Todos los demás, nosotros, comentaremos los sucesos por un día (un pillo se escondió unas horas en una pizzería de Bayamón) hasta que nos llegue la hora de participar en el ciclo que nos hará victimas o victimarios alguna vez.

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