No vas a poderte ir de aquí sin pisar los muertos. El único consuelo que nos queda es saber que esta calamidad no fue hecha por el hombre, sino por la propia Tierra, que no nos servía para nada y se nos rompió, cayendo a golpes de montaña sobre nosotros. Que alguien explique la odiosa lección. Que alguien trate de consolar a quien sea. ¡Nosotros que estábamos hechos de barro, y esta Tierra de la que estábamos hecho nos aplasta comoquiera!
Los más fuertes no están llorando, por ahora, aunque andan molidos por la pena. De todos modos, el daño está hecho y esto es la retirada de la Muerte. Triunfal y duradera, mira cuanto se nos va a quedar entre nosotros que con tantos muertos no sabemos por dónde vamos a empezar. Ojala venga el agua. Ojala venga el agua y nos arrope y que sea mucha y desde entonces empecemos a vivir bajo el mar, y en vez de negros seamos azules y tengamos la cabellera limpia y no sacudida por el polvo que nos pisa y abarca y se nos contrapone.
Agua. Dame agua, aunque esté sucia, que mi boca no va a distinguir los sabores. El agua ** va a saber a sangre, comoquiera...
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