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Vamos a cantarle a Dios, perdón, a Cristo

“Crece la popularidad de la música cristiana” reza un titular de antier en El Nuevo Día. El reportaje coronado por ese titular no explica, sin embargo, las razones para el auge de esta música; sino que se limita a exponer algunas opiniones de gerentes de emisoras y directores de programación de radio.

“A través de la música, idioma universal, hay una gran oportunidad de evangelizar”, es lo más que pude sacar de las consecuencias de este fenómeno que, me consta, es un fenómeno patente, reciente y, por lo mismo, presente. (Time happens only today, didn’t you know?)

Cinco hipótesis

¿A qué se debe este auge de la música cristiana?
1. A que sus exponentes encontraron por fin, después de años, la manera de mercadearse en la “libre empresa”.
2. A que esta música no se distingue drásticamente de la “música secular”, al menos en sus expresiones menos fervientes y combativas (y ahora que lo pienso, qué linda era aquella hermana en Cristo: Jaci Velásquez)
3. A que la “payola” no discrimina.
4. A que hay quien piensa que se hace más bueno escuchando este tipo de música.
5. A que todo es moda en un momento dado. Salsa y rock, cara a cara; balada pop y merengue, congraciados; rap, mucho rap, en su versión borinqueña: reggaetón; y hoy este tipo de música. Como sabemos, los géneros musicales mueren, gracias a dios, perdón, a las listas; y solo prevalecen de ellos los grandes “artistas”.

De lleno en el asunto

Después de haber soportado la trivialización cuasi absoluta de la mujer, el amor y las relaciones de pareja, por parte de los reggaetoneros, es imposible que yo pueda presentar una objeción a la música cristiana. En todo caso, me alegra que exista este tipo de personaje nuevo, el cristiano, en nuestra variada selección de prototipos.

De todos modos...

1. Habría que preguntarse, con "prejuicio objetivo", si a más cristianos menos balas de los reggaetoneros, hemorrágicamente hablando.
2. Habría que encontrar el sitio de donde salió tanto nene bueno.
3. Habría que ir resumiendo los logros del rap y el reggaetón; también, viendo quién descuella en este género nuevo que cumple unos diez o doce años de vida mediática.
4. Habría que ver por qué este género presenta al ser humano como una criatura sufrida y propensa al vicio, y a dios como su desintoxicador infalible.
5. Habría que ver por qué este género presenta al ser humano como una criatura deudora y necesitada irremisiblemente del favor divino.
6. Habría que contraputear ambos estilos, el reggaetonero y el “metro-cristiano”, y por supuesto:
7. Habría que invitarlos a que canten en este blog…

Siete es el número del poder y la gracia.

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