Todo lo que dice “no” establece una religión, con su bien y su mal. Madre Tierra es buena y ha engendrado algunas religiones modernas.
El vegetarianismo, por ejemplo, con su infierno de grasas y su cielo de humus papilionáceo. Pecador, según esta religión florida, es aquel que va al templo de la cobriza deidad que los infieles llaman Bi Kei. ¡Ay de los gorditos que profesen esta fe! ¡Ay de aquellos cuyos frutos no hayan sido cultivados en lo orgánico! ¡Sus tomates crecerán sin semillas y sus vientres defecarán la inmundicia de todo lo industrial y sintético!
El yoga, rutina de ejercicios semi-pasivos destinados a disciplinar la respiración y los músculos, se ha convertido en la religión de las esbeltas a las que les queda muy pero que muy bien la ropa de “Hecho a Mano” y “Marea”. Aquí, a la sagrada dieta (que ninguno de sus manuales exige), se suman la mesura en los gestos y el léxico hindú. Así, estas discípulas esforzadas queman sus inciensos y ámbares en honor de Shanti y Pranayama.
El más complejo de estos “estilos de vida” no debe ser el de la música, aunque se destaque con mérito entre otras de nuestras laicas (y anti-proselitistas) profesiones de fe. No ya el reggae con sus espirales humeantes y pasivas, el reggaetón dogmático o el rock no menos furibundo, sino la “música caribeña” con sus rituales atamborados, la salsa siempre clásica y el merengue metrosexual.
Obviamente estoy exagerando: seguramente solo una o dos de estas maneras de arrutinar los días son las que verdaderamente renuncian con un decidido “no” ante lo demás, ante lo que consideran la franja réproba de este mundo. Y también es obvio que, si es que quiero realmente honrar la atinada acepción actual de "religión laica" [que ya ha sido desarrollada por otros (John Gray, Dimitry Kashkaroff, et álii) y que no parece conocida entre nuestros lexicólogos locales] debo hablar de política. Nuestro “deporte nacional” dicen algunos mitigando el asunto...
Deporte: pasión por el reto. Política: pasión por la contienda. Deporte: pasión por medirse ante las reglas. Política: pasión por romperlas. Deporte: pasión por establecer el límite. Política: la transgresión del límite. Deporte: nuestro refugio nacional. Política: nuestra religión nacional.
Comentarios
No es lo mismo dejar de comer camarones porque lo dice la Biblia que dejar de comerlos por entender que hay que darle un break a la pesca ya que los mares estan bastantes jodidos.
En lo que si estoy de acuerdo es que casi cualquier creencia se puede convertir en religion si se sostiene de manera dogmatica.