No todos gozamos del padre de Edipo. Eso ya es cliché: envenenar al papá. Ahora, o somos todos iguales, o no sé. Yo no sé, como hace tiempo. Yo, si sé mucho, soy paternalista. Y si poco, mediocre. “Me cago en la madre que me parió”, es lo único que se me ocurre decir en tales casos. Para los cuales, ni madre, ni excreta son suficientes.
El caso es que no tengo rabia. Ni hambre, ni miedo. Ni temor a humillarme, ni escrúpulos para pedir ayuda. Ni hambre (esa rabia), ni miedo (ese deseo).
Lo que tengo es pena, como siempre. Este blog no sirve: ¡está hecho de Vallejo!
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