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Nubes estacionarias sobre Adjuntas (a pesar del cielo despejado)


Pregunto

¿Nadie va a decir nada más sobre Adjuntas? “Que el alcalde Barlucea no debió haber pactado nada.” “Que el alcalde Vera tuvo la culpa.” ¿Y nada más?

¿Qué hay de la Gente, el Gigante y el Pueblo, con su plaza tan fresca y moderna? Con sus calles que empiezan a ensancharse. Con su gente, más unida ahora que nunca. (¿O se debe a que está unida ahora más que nunca?) ¿Es esto (como nadie ha sugerido) una vendetta del señor Fusté o su partido?

¿Por qué Marcos Rodríguez Emma, nuestro gobernador de facto, no se ha pronunciado al respecto? (Casa Pueblo no lo ha hecho porque no se inmiscuye en política partidista, a pesar de lo que diga Doña Emma.) ¿Por qué alguna comunidad del pueblo que sea, no se ha reunido aunque sea para rezar, como se hacía en los tiempos creyentes? ¿Es que todos piensan que nada ha pasado, o que todo se va a arreglar, dejándome a mí sin saberlo?

Resumen

90 adjunteños radicaron en 1997 una demanda en contra de la administración popular del alcalde Roberto Vera Monroig, por despidos injustificados (discriminatorios y políticos). Aunque 28 de ellos fueron descartados de la misma, la demanda fue ganada a favor del grupo y se fijó la cantidad de $24 millones para las compensaciones.

Por alguna extraña (y/o sensata) razón, el alcalde novoprogresista Jaime Barlucea pidió que se aceptara la cantidad de $12.5 millones como pago ‘justo y final’ de las mismas. El grupo, a pesar de recibir con la propuesta de Barlucea solamente la mitad de lo estipulado, aceptó su propuesta. Y el alcalde, por cierto, pagó $8.5 millones. (Yo con ese dinero sería muy devoto; pero ojo: no era todo para una sola persona.)

Hace días

Lo demás es historia: Barlucea entregó posteriormente una ínfima parte de lo restante, y a insistencia de los demandantes (¡14 mociones de desacato!), el juez federal José A. Fusté embargó todas y cada una de las cuentas del municipio de Adjuntas.

Hay que ver las fotos de Barlucea en estos días: en una sola noche se pobló de canas, su cara quedó congelada en un rictus de tristeza y, si se le oye hablar, se percibe de inmediato el temblor en su voz, el nerviosismo en sus manos, el lagrimeo en sus ojos. ¡Le embargaron su alcaldía y nadie, nadie, nadie ha hecho ni siquiera una colecta para llevarle ***unas flores blancas en muestra de solidaridad!

Un miedo

¿Habrá alguien que diga: “qué bueno que le pase, por ser penepé”? ¿“Yo le daría consejos, pero no es popular”? (Los mismos demandantes no se oponen a que se retire el embargo, con una promesa del BGF. Los mismos demandantes son estadistas; o mejor dicho, “penepeístas”.)

Una opinión

Las culpas de Vera las paga Adjuntas, y ** llena de canas la cabellera del joven alcalde. A esos que les gusta reclamar o echar culpas: ¿a quién les daremos como responsable: a Vera, a Barlucea o a Fusté? (La culpa es del discrimen político, no olvidemos.)

Extraño ejemplo

La indemnización de algunos a expensas del perjuicio de miles. ¿Se trata de una lección para el alcalde o para el Ejecutivo?

Así como el pueblo no ha echado culpas violentas, la prensa tampoco ha ido a preguntarle al pueblo.

Otro miedo

¿Qué pasará cuando quiebre* * Patillas o Maunabo?

Me despido

No quiero exagerar diciendo que Puerto Rico siente indiferencia ante el embargo de Adjuntas. Ese municipio se encuentra apesadumbrado, recibiendo como vanguardia el embate del lamento borincano que se avecina, ahora que han degradaron el crédito de Puerto Rico (hoy) y el de Estados Unidos (hace unos días).

Solo quiero destacar la solidaridad que necesita el municipio, y de la que por alguna razón que desconozco, no han hecho alarde ** los analistas políticos ni el Gobierno.

También me sorprende la aparente gran cantidad de gente (fuera del municipio) que ha asumido la resignación facilona del qué remedio. Pero como en este blog ya no aparecen berrinches, los voy a dejar descansar.

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Eyra Agüero Joubert

Eyra Agüero tuvo de nacimiento el enorme regalo de una patria dual. Puerto Rico la vio nacer, pero la República Dominicana le donó la sangre de sus padres. Así, hija de inmigrantes, tuvo en Puerto Rico su cuna, en Santo Domingo su familia extendida, y en el resto de Latinoamérica, una inconmensurable patria que lo mismo le contaba tradiciones folklóricas en español, que le cantaba nanas en portugués-brasileño. Entre contar y cantar trabaja Eyra, haciendo de la risa un arte (el reconfortante arte de la amabilidad), y de la voz una herramienta, o mejor, un disfraz, un elegante disfraz tras el cual esconderse, dejando solo al descubierto la hilaridad o el dramatismo de los personajes cómicos o trágicos que le toque interpretar. Pero antes de hablar de la actriz que hizo el número 5 en la lista de las 10 comediantes femeninas más queridas por el público puertorriqueño, según ha reseñado el periódico Primera Hora hace exactamente dos meses y nueve días (jueves 16 de abril

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