Los paralelismos entre Puerto Rico y Latinoamérica se hacen evidentes a cada paso, a cada agudo momento; como el ocurrido el sábado, cuando un grupo de asesinos visitó una barra de Toa Baja (La Tómbola) y disparó a mansalva contra los que estaban allí tomando, bailando y quién sabe si agradeciéndole a Dios por la Vida. El paralelismo, no obstante, es irregular: hasta donde yo sé, no se mata en Latinoamérica (en las fabelas y los barrios asolados por las maras) al niño de ocho meses que carga una mujer embarazada, a todas luces, desligada por completo del blanco principal de los verdugos. Tampoco se hieren a niñas de nueve años, a no ser que estén asociadas directamente con los responsables de los hechos.
Nuevo paralelismo: el hiato enorme entre los ricos y los pobres. Una mensualidad promedio en Montehiedra es de 1,500 dólares. El salario de mi hermana, quien enseña español en una institución privada, es de 900 washigtons mensualmente. Y sin embargo, qué muchas mansiones hay allá arriba.
La represión de esta Administración es alarmante: de imagen pulcra y afable, el licenciad**o Luis Fortuño ha despedido a más de 25,000 trabajadores en lo que lleva al mando del gobierno. La colegiación compulsoria de los abogados fue abolida; el departamento de noticias del canal 6 del gobierno fue desmantelado; la minoría popular juega un papel ornamental en la legislatura; el alcalde de San Juan ha expresado su intención de cancelar todas las presentaciones futuras de nuestro máximo representante musical en el exterior, René Pérez, mejor conocido como Residente Calle 13. (Las expresiones del alcalde se dieron un día antes de que invitara al representante popular Luis Vega Ramos a batirse con él a las manos en las afueras del Capitolio; el mismo día en que atacó verbalmente al cantante, tildándolo desatinadamente de “tecato”.) Y sobre todo, impera en esta Isla la hegemonía verbal que tradicionalmente ha controlado el modo de pensar de los boricuas, cada vez con rasgos más agudos: “estadidad, capitalismo, estados unidos = bondad; socialismo, independencia, puerto rico = maldad.” Esto se evidenció en la marcha del pasado jueves, a la cual asistía “todo el que no era estadista”, como si perder el trabajo y tener una ideología política que no es la oficial fueran realidad exactas (aparte de que todos los que fueron despedidos por Fortuño fueron y son estadistas).
No hay pensamiento crítico: paralelismo universal.
Nuevo paralelismo: el hiato enorme entre los ricos y los pobres. Una mensualidad promedio en Montehiedra es de 1,500 dólares. El salario de mi hermana, quien enseña español en una institución privada, es de 900 washigtons mensualmente. Y sin embargo, qué muchas mansiones hay allá arriba.
La represión de esta Administración es alarmante: de imagen pulcra y afable, el licenciad**o Luis Fortuño ha despedido a más de 25,000 trabajadores en lo que lleva al mando del gobierno. La colegiación compulsoria de los abogados fue abolida; el departamento de noticias del canal 6 del gobierno fue desmantelado; la minoría popular juega un papel ornamental en la legislatura; el alcalde de San Juan ha expresado su intención de cancelar todas las presentaciones futuras de nuestro máximo representante musical en el exterior, René Pérez, mejor conocido como Residente Calle 13. (Las expresiones del alcalde se dieron un día antes de que invitara al representante popular Luis Vega Ramos a batirse con él a las manos en las afueras del Capitolio; el mismo día en que atacó verbalmente al cantante, tildándolo desatinadamente de “tecato”.) Y sobre todo, impera en esta Isla la hegemonía verbal que tradicionalmente ha controlado el modo de pensar de los boricuas, cada vez con rasgos más agudos: “estadidad, capitalismo, estados unidos = bondad; socialismo, independencia, puerto rico = maldad.” Esto se evidenció en la marcha del pasado jueves, a la cual asistía “todo el que no era estadista”, como si perder el trabajo y tener una ideología política que no es la oficial fueran realidad exactas (aparte de que todos los que fueron despedidos por Fortuño fueron y son estadistas).
No hay pensamiento crítico: paralelismo universal.
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