Ir al contenido principal
Interludio*

Personajes, en orden de enunciacion: Profesor, Narrador, Tecato, Clientes Fijos, Cheo Pitorro

ACTO I


(Aire caliente sobre las cabezas de los estudiantes. Sonidos de personas hablando a las afueras del salón donde el Profesor intenta insistentemente plantear con claridad su punto. Silencio incómodo en la boca de los estudiantes. Yo, el Narrador, me concentro en el dibujo de unas estrellitas que intento plasmar en mi libreta.)


Profesor: Dejemos que pasen diez o quince minutos y nos volvemos a reunir aqui nuevamente.

(Salgo lentamente del aula, precedido por algunos. Telón)

ACTO II


(Una barra. Música de bachata. Una bartender de las de largo escote, pelo tenido y feminidad aderezada mensualmente. Cinco Clientes Fijos. Todos me miran entrar, con distintas expresiones: de la aparente indiferencia a la sorna, pasando por supuesto, por el interes.)


Narrador: Palo Viejo con Coca Cola, por favor... Grande, si lo tiene.

(Entra un Tecato, bastante jodido moralmente e inservible para conversar.)

Tecato: Excuse me... ¿Qué tal? How are you…? ¿Estudiante, verdad? (Pausa.)

Narrador: Sí.

Tecato: Aquí no viene gente decente. Aquí los únicos que vienen son este reguero de… Son mis amigos, pero yo no confío en ninguno de ellos...

(Interrumpen, exclamando “Ah” y cosas así, los Clientes Fijos.)

Tecato (sin que venga a cuento): La gente que piensa, la gente que tiene la verdad agarrá por las bolas, como se dice, y me perdonas que esté medio picao… (De repente:) “La potencia fáctica no justifica el impulso óntico del ser-ahí”… (A mi:) ¿Ah? Aunque no lo creas, estás hablando con un casi licenciado, papá. Un hombre que por poco se gradúa con honores…


Cheo Pitorro: (Interrumpiendo:) ¡Eah rayo, si este hombre es un distinguido…! ¡La potencia de las bolas en el experimento fáctico! Lo que quiere decir, argumentativamente hablando, que ahora es que se armó la rumba aquí, con los distinguidos aquí presentes…


(Yo sonrío, pero me hago el desentendido. Pago lo que debo y salgo.)

Tecato: ¡Pero ven acá, no te vayas…!

(Telón.)

ACTO III


(Afueras de la barra. Luna llena.)

Narrador: (miro la Luna un largo minuto y luego doy un sorbo a mi trago:) ¡Ah! (Otro.) ¡Uf! ¡Wao! (Mirando el vaso:) ¡Qué esto! (Miro otra vez la Luna. Luego acabo el trago de un largo sorbo, volviendome a retorcer.) Bueno, a la salud duradera de mi timador personal…


(Telon final)


*Se trata de 'El timador', ahora (como habia prometido) con las didascalias en primera persona.

Comentarios

Jorge Luis Rodriguez Ruiz: ha dicho que…
Por cosas como estas es que creo que Fredy Acevedo ya no me escribe correos electronicos...
Jorge Luis Rodriguez Ruiz: ha dicho que…
Interesante como el ojo se engana con textos como este, al parecer largo, y sin embargo de pagina y media. Hoy dia el texto debe considerarse por el numero de palabras, no de pulgadas. Hummm...

Entradas populares de este blog

Sempiternus

Fui a la playa a contemplar la arena: semillas de aquella piedra con la que tallé tu nombre, Carmen Haddys. Antes de la forja y la ponderación de la perla. Antes de la domesticación de los océanos. Fui a buscarte, mi amor, porque estás hecha de mar y transparencia.

Freddy Acevedo Molina, "Teatro Vulgar" y casi todos los orgasmos que usted quiera

1.       Freddy Acevedo representa en su teatro lo que él quiere ; no lo que el público quiere, ni muchísimo menos, lo que el crítico quiere. Su teatro es modelo ejemplar de libertad; de voluntad domesticada a fuerza de imágenes requete-entramadas coherentemente, unas sobre otras.   2.       Su teatro es una especie de espontaneidad pensada.   3.       Y de la libertad con que lo escribe es que saca Freddy la alegría para (re)presentarnos en escena sus largas, flacas y peludas extremidades.      4.       Cuatro obras componen Teatro Vulgar : “Las sombras desenchufan”, “Cráneo azul in the Yellow House”, "Clue" y "El sex tape de Milo y Olivia".   5.       Se trata (el libro) de una auto-publicación facilitada por la compañía-editorial Trafford Publishing, que ha tirado en este caso un libro de esos blanditos, que se pu...

Lourdes Torres Camacho, In memoriam

L.T.C., febrero 1954- abril 2010 Ha muerto Lourdes Torres Camacho. Muere como amiga, hija, mujer trabajadora. A los 56 años. Muere con pocas cosas valiosas, aunque más que suficientes para una humildad tan sobria como la suya. “Humildad sobria” digo, a pesar de que ella fue consumida por una rabia que podríamos catalogar de extraordinaria. “La rabia de días y flores”, como dice la canción famosa, a pesar de que ella no aspiraba ni a la explosión ni a la fama, ni al empujón ni al dinero, sino, mire usted qué sencillo, a la vida. Nadie quería vivir tanto como ella, que se moría con orgullo, resistiendo las ganas de insultar a la muerte de frente, con un grito de locura o un beso en el centro de la sangre, de repente. No tenía miedo. Como dije, solo rabiaba por vivir, pero se murió. Yo no pude despedirme de ella como quería, aunque creo que siempre le dejé saber que la respetaba. El martes, cuando estuve con ella a solas, en su habitación de hospital, supe también que era hermosa. Pienso...