Los otros días me puse a hablar malo para relajarme. Es decir, para ver si me relajaba. De hecho, como no suelo hablar malo, me reí "con cojones" al hacerlo, y como ven: ya empezamos a hablar de los genitales. La "pendejá" es que dije: “Mi hermano me escribió una mierda de correo”, y ahí empezó verdaderamente el mecanismo que se activa cuando aparecen explosivas en el discurso las malas palabras. Primer defecto : Las malas palabras simplifican la realidad. Segundo: Las malas palabras subestiman la realidad. Incluso si tuviera razón al decir que la Muralla China es grande "con cojones", me estaría refiriendo a ella, no solo con imprecisión, sino con una mas o menos explícita irreverencia. Tercer defecto: Las malas palabras reducen el léxico, por su capacidad de ajustarse a cualquier contexto: grande con cojones (inmenso, vasto, amplio o amplísimo, inconmensurable); linda con cojones (bella, hermosa, grata