Primera página de mi cuento “Tres” , que aparece en el libro de cuentos inédito Labio o medialuna:
"Ni usted ni yo hemos visto los originales, pero sabemos lo ca-
Carla también lo sabía, aunque no por conocer al pintor sino por lo ca-
cada trazo es un detalle que sugiere la inmensidad de una vida, dura o car-
caros, como son esos cuadros hasta siempre, mientras los sepamos valiosos e inservibles, como el resto de los objetos del Arte, acá o allá en Figueres, de donde son esos cuadros soberbios y profundos como el propio Dalí. Sin embargo, mientras el pintor ya partía a otro limbo, lejos de su obra, Carla y yo cenábamos juntos en este gran pequeño territorio, bajo una réplica de Rosa meditativa, tensos y excitados. Menos por el talento del catalán que por la luz de la tar-
tarjeta y carta. Le había enviado algunas líneas mal escritas (porque fueron dichas sin amor) y desde esa hora no sonreía con su entusiasmo habitual, pues ella en efecto comprendió aquel mensaje, y supongo que en aquellos instantes de la cena, bajo la Rosa crepuscular, Carla ya sospechaba de mi infidelidad. Descreimiento. Yo inclu-so-sospeché que al final de la velada no descansaríamos, una vez más, sobre nuestra cama. Diciéndome que todo eso dolía en mí no por mí, sino por ella: por “su obstinada voluntad de desearme”. Así de patán. Así no quería causarle a mi esposa el dolor que le causaba silenciosamente al engañarla. Así me lo dije y me lo reproché. Pero irremediablemente y desde entonces, bajo el mutismo de la Rosa, Carla fue para mí, una mujer consumida por la desolación, por el exangüe brillo de las tar-
tardanzas, demoras sexuales que tuvimos tantos días, Dayana, confabulándonos humanamente en contra de la tarde. Mientras gemías, yo me consumía de placer besando tu cuerpo tibio, con una tibieza que se desprendía de tu piel sin cesar, y que yo anhelaba sentir por todas las noches de mi imprecisa vida, por todas las tar-"
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