Credos, razones y perogrulladas
Ordenar, en su doble acepción: “clasificar” y “exigir”, es la función del lenguaje por excelencia. Por eso, cuando negamos la palabra a alguien, anulamos toda posibilidad de ser parte de un código de procederes, o de “ordenamientos”. Toda relación con otra persona es conflictiva en la medida en que no está claro, es decir: verbalizado, el proceder correspondiente. Esa gama de gestos, vocablos y temas (esa “variación lingüística”) que surge de inmediato cuando estamos frente a otros, incluso es conflictiva en el seno familiar, cuando, por ejemplo, en la boca del niño aparece la palabra “sexo”. Así, toda confrontación lleva en sí misma una tensión lingüística.
Pero si la función primera del lenguaje es ordenar, la función primera del alma (1) es imaginar. La llamada realidad es a tal punto imaginada, que la verdadera función de ciertas drogas no es sino “conectarnos” con la “realidad real”. Realidad vs. “realidad real”: conceptos tal vez débiles que, no obstante, muestran la metáfora de dos planos. Pero no *os asustemos y hablemos de percepción. Ciertas drogas lo que nos hacen es sentir más intensamente, es decir: percibir a un grado superlativo, la realidad. Cierta gente se dio a la tarea de recoger las palabras del drogado; éstas siempre nos van a resultar extravagantes porque corresponden a una percepción distinta. Lenguaje: “interpretación”. Vocablo que también posee doble significación: “explicar” y “representar”.
La experiencia humana parte de la percepción y culmina en la abstracción: tal es el trámite de las palabras, desde su origen material (el sonido) hasta su madurez representativa (el signo). El silencio no existe: siempre hay una onda vagando en el aire. El silencio siempre es una pausa. Sólo para algunos sabios es una llegada o conclusión. Y así como no deja de existir el sonido, tampoco desaparece nunca el signo; al menos, en todo el reino animal. La concepción de signo en el reino vegetal es algo que ignoro, aunque, mientras alcanzo el tomo de enciclopedia que me aclare esta duda, me parece obvio que la flora “responde” al clima, por lo que podría verse como una “interpretación” que hace de éste. De ahí en adelante, basta con resumir que el lenguaje es siempre una forma cuyo contenido es siempre una experiencia, que por lo mismo, parte siempre de una percepción.
Ahora bien, toda nueva experiencia que no cuaja en vocablo cae en el olvido, por más intensa que haya sido. De ahí el terrible temor de los poetas a no poder recrear para siempre los instantes más intensos de su intimidad. Toda experiencia verbal de los demás nos es por definición ajena; no hacemos sino intentar aproximarlas a las propias nuestras. Además, si “hablar” es “expresarse”, está claro que el lenguaje muestra, por sobre todas las cosas, cómo somos nosotros mismos.
Por último, la pregunta “¿qué es la realidad?” debe cambiarse por “¿qué es la vida?” Verificar la experiencia de la muerte es el gran reto de toda ciencia, más que de cualquier arte, cuyas aproximaciones en esa dirección ni urgen ni escasean. Pero el aparato teórico que se requiere para tal empresa gigantesca, excede por ahora todas nuestras capacidades, comenzando por la de imaginarnos ante un interlocutor muerto y depuesto, frío y sin brío, inhumado, desencarnado…
1 Alma: “Principio que da forma y organiza el dinamismo vegetativo, sensitivo e intelectual de la vida”, según el diccionario de la RAE.
Ordenar, en su doble acepción: “clasificar” y “exigir”, es la función del lenguaje por excelencia. Por eso, cuando negamos la palabra a alguien, anulamos toda posibilidad de ser parte de un código de procederes, o de “ordenamientos”. Toda relación con otra persona es conflictiva en la medida en que no está claro, es decir: verbalizado, el proceder correspondiente. Esa gama de gestos, vocablos y temas (esa “variación lingüística”) que surge de inmediato cuando estamos frente a otros, incluso es conflictiva en el seno familiar, cuando, por ejemplo, en la boca del niño aparece la palabra “sexo”. Así, toda confrontación lleva en sí misma una tensión lingüística.
Pero si la función primera del lenguaje es ordenar, la función primera del alma (1) es imaginar. La llamada realidad es a tal punto imaginada, que la verdadera función de ciertas drogas no es sino “conectarnos” con la “realidad real”. Realidad vs. “realidad real”: conceptos tal vez débiles que, no obstante, muestran la metáfora de dos planos. Pero no *os asustemos y hablemos de percepción. Ciertas drogas lo que nos hacen es sentir más intensamente, es decir: percibir a un grado superlativo, la realidad. Cierta gente se dio a la tarea de recoger las palabras del drogado; éstas siempre nos van a resultar extravagantes porque corresponden a una percepción distinta. Lenguaje: “interpretación”. Vocablo que también posee doble significación: “explicar” y “representar”.
La experiencia humana parte de la percepción y culmina en la abstracción: tal es el trámite de las palabras, desde su origen material (el sonido) hasta su madurez representativa (el signo). El silencio no existe: siempre hay una onda vagando en el aire. El silencio siempre es una pausa. Sólo para algunos sabios es una llegada o conclusión. Y así como no deja de existir el sonido, tampoco desaparece nunca el signo; al menos, en todo el reino animal. La concepción de signo en el reino vegetal es algo que ignoro, aunque, mientras alcanzo el tomo de enciclopedia que me aclare esta duda, me parece obvio que la flora “responde” al clima, por lo que podría verse como una “interpretación” que hace de éste. De ahí en adelante, basta con resumir que el lenguaje es siempre una forma cuyo contenido es siempre una experiencia, que por lo mismo, parte siempre de una percepción.
Ahora bien, toda nueva experiencia que no cuaja en vocablo cae en el olvido, por más intensa que haya sido. De ahí el terrible temor de los poetas a no poder recrear para siempre los instantes más intensos de su intimidad. Toda experiencia verbal de los demás nos es por definición ajena; no hacemos sino intentar aproximarlas a las propias nuestras. Además, si “hablar” es “expresarse”, está claro que el lenguaje muestra, por sobre todas las cosas, cómo somos nosotros mismos.
Por último, la pregunta “¿qué es la realidad?” debe cambiarse por “¿qué es la vida?” Verificar la experiencia de la muerte es el gran reto de toda ciencia, más que de cualquier arte, cuyas aproximaciones en esa dirección ni urgen ni escasean. Pero el aparato teórico que se requiere para tal empresa gigantesca, excede por ahora todas nuestras capacidades, comenzando por la de imaginarnos ante un interlocutor muerto y depuesto, frío y sin brío, inhumado, desencarnado…
1 Alma: “Principio que da forma y organiza el dinamismo vegetativo, sensitivo e intelectual de la vida”, según el diccionario de la RAE.
Comentarios
“Oye y no has pensado que el lenguaje tiene otra función: "mentir", o mejor dicho, a través del lenguaje podemos "mentir", además de "clasificar" y "exigir", es lo que se conoce como función pragmática, esa que podría explicar el origen (???) del lenguage, del tipo: algo está en relación con algún existente. Lo del lenguaje del reino vegetal no sé; por ejemplo, no me atrevería decir que el impulso nervioso es un lenguaje, aunque haya un tipo de comunicación.”