Queridos lectores y lectoras de Hoja-labra, amigas y amigos personales, compañeros de estudio y trabajo, amantes, en fin, de la Literatura:
El domingo en algún momento del día o de la noche, un ciudadano evidentemente amargado envió a muchos de ustedes, y por alguna extraña razón a mí no, un correo electrónico escrito con bastante insolencia que criticaba la participación de los escritores que se darán cita desde hoy en el Festival de la Palabra; así como a la crítica literaria Carmen Dolores Hernández, a quien yo personalmente le he escrito en este blog sin haber recibido respuesta suya; y por último, de algún modo, también ese tipejo hablaba mal de Mayra Santos Febres, pues una crítica al Festival es una crítica, injusta, cretina e intolerable, a su persona y obra.
Algunos pensaron que fui yo el que envío el correo, sobre todo porque aparecen direcciones de amigos y conocidos míos, pero no aparezco yo como destinatario. Para mi paz mental, tampoco aparezco yo como remitente, aunque eso bien hubiese podido pasar sin que yo, como quiera, hubiera escrito el mensaje, pues hoy día trampas hay y muchas, con las que uno puede hacerse pasar por otro e incluso enviarle a quien sea mensajes con la dirección de otro, con tal de hacerle un mal.
En Hoja-labra han aparecido en alguna que otra ocasión, algunos escritos míos de tono enérgico, en los que yo cuestiono la calidad literaria de tal o cual escritor, o las razones últimas de tal o cual proceder de un escritor o escritora. El último de esos textos apenas duró unas horas publicado, y en el mismo yo indagaba las razones por las que un escritor de recién adquirida fama como Hugo Ríos recibía por parte de la crítica una desaprobación tan tajante como la que le hizo Carmen Dolores Hernández hace una semana. Por desaprobación del público, preferí quitar el artículo antes de que diera la impresión de que yo me congraciaba con ella para hacerlo quedar mal a él. Otros trabajos más o menos en esa línea son: (Diecinueve de enero) “Siete preguntas generales a don Luis Rafael Sánchez” y (Veintiséis de septiembre de dos mil nueve) “Carta abierta a Mayra Montero”. Previo a esta, el primero de agosto de 2009 aparece mi famosa “Carta abierta Carmen Dolores Hernández” y poco más. Ni es mi pasatiempo cuestionar a la gente, ni este blog es un espacio dedicado a ello.
Este fin de semana salí para Adjuntas el sábado a las diez de la mañana y regresé el domingo a las 9:30 p.m. Donde estuve no hay Internet y cuando llegué a esta mi casa desde donde escribo, lo primero y único que hice fue, cómo no, entrar a este mi amado blog y escribir pensando en el Arcipreste, la famosa batalla entre la carne y la hoja que aparece aquí abajo. No fue sino hasta ayer que me enteré de la malhadada correspondencia del sujeto ese, a quien le pongo cara y cuerpo de hombre, porque su escrito es burdo y tosco, como la barba mal afeitada de los buscones y mediocres.
Escribir contra alguien debe ser saludable. Pero solo si ese alguien es un déspota, representa la inequidad o nos ha hecho una injusticia. Hablar mal de un mal poeta es una pérdida de tiempo: nos hace gastar talento en algo que no lo tiene; nos hace ver como denunciantes cuando lo que queremos ser es anunciantes; nos hace gritar a la hora del susurro, y parecer, en fin, como niños cuando tanto tema de adulto hay que nos pide atención. Allá aquellos que desperdician su tiempo recogiendo casquillos vacios en sus escritos, en vez de apertrecharse con balines cargados de vitalidad.
Como protesta en contra de este tipo de actitud, que me toca directamente porque el fulano que lo hizo le escribió a mis contactos (así como a otros, a quienes no conozco), próximamente Hoja-labra anunciará su segunda nueva temporada, donde se presentarán criticas a autores específicos, desde una perspectiva “de altura”, jovial, lúdicamente objetiva, y sin tanto resabio como los que abundan en el alma de todo escritor fracasado.
Parece que insisto en disculparme, pero es que yo también me he visto tentado a escribir “fulano es mal escritor y yo no”, “mengano es famoso y yo debería serlo”. Contra toda apariencia, nunca me he expresado así, para que no se confunda mi blog con el de Paris Hilton. Para no insistir, aconsejo: elimine de su lista de contactos a todo aquel al que usted le escribió, por alguna razón, pero en realidad no conoce; trate de no aparecer en listas de forwards y rechace de antemano cualquier mensaje que le parezca sospechoso o banal. Basta el título de un mensaje para saber si vale o no la pena.
Bueno, ya…
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