Perder en un certamen no es motivo de rabia. Que el pueblo no entienda la lucha del propio pueblo sí lo es. Yo no entiendo sin embargo por qué mi cuento, que está aquí abajo y se llama Boricuazote, ni siquiera figuró entre los finalistas. Eso era lo que yo pedía: un turno.
Me llamó la atención que cada vez que alguien se paraba a leer, recibía vítores como si fuese conocido por el público. Eso pasó con al menos quince de los 27 seleccionados (de un total de 93 contendientes). También me llamaron la atención los temas más o menos invariables de los cuentos: violencia doméstica, feminidad negra, violencia sexual; aparte de otros cuentos escritos en una prosa poética (poemas en prosa) que se salvaron milagrosamente del escrutinio de los censores. No sé cual ganó, pero mi favorito fue uno sobre un hombre que estaba haciendo un turno para sacar dinero de su ATH, y que, hasta por el propio tema, se salía de la norma.
Tal vez mi cuento les pareció ofensivo en vez de hiperbólico e irónico. Tal vez, en verdad es procaz; o tal vez el gusto del jurado es jojoto. No importa: perdí el semestre académico, y tal vez se retrase aun más mi retrasado doctorado: ¿qué es más importante? Tal vez deba aprovechar y hacer un certamen de slogans. Yo competiría con el siguiente: “Si quieres lo mejor de la gente, sé buena gente.” Quién sabe…
Comentarios
LRS